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domingo, 16 de diciembre de 2007

La belleza surge en la quietud de tu presencia

Los maestros Zen usan la palabra SATORI para describir una comprensión repentina, un momento de no-mente y de presencia total. El satori no es una transformación duradera, pero agradécelo cuando llegue porque te permite saborear la iluminación. Puede que lo hayas experimentado muchas veces sin saber lo que era y sin reconocer su verdadera importancia. Se necesita presencia para tomar conciencia de la belleza, de la majestad, de la sacralidad de la naturaleza. ¿Has mirado alguna vez la infinitud del espacio en una noche clara, quedándote anonadado ante su absoluta quietud e inconcebible enormidad? ¿Has escuchado, realmente escuchado, el sonido de un arroyo de montaña en el bosque? ¿Y el sonido de un mirlo al atardecer un tranquilo día de verano? Para tomar conciencia de este tipo de estímulos la mente tiene que estar serena. Tienes que abandonar momentáneamente tu equipaje personal de problemas, de pasado y de futuro, y todo tu conocimiento, porque de no hacerlo, verás pero no verás y oirás pero no oirás. Tienes que estar totalmente presente.
Muchos están tan atrapados en su mente que la belleza de la naturaleza no existe para ellos. Pueden decir:"¡Qué flor tan hermosa!" Pero eso no es más que una etiqueta mental aplicada mecánicamente. Como no están en un estado de quietud, como no están presentes, no llegan a ver realmente la flor, no sienten su esencia, su cualidad sagrada, y tampoco se conocen a sí mismos ni sienten su propia esencia y sacralidad.


Como vivimos en una cultura totalmente dominada por la mente, la mayor parte de las obras artísticas, arquitectónicas, musicales y literarias no tienen belleza ni esencia interna, aunque hay algunas excepciones. La causa de este estado de cosas es que los autores no pueden liberarse de su mente ni por un momento. Por eso nunca llegan a estar en contacto con ese lugar interno de donde surgen la belleza y la verdadera creatividad. Dejada de sí misma, la mente crea monstruosidades, y no sólo en las galerías de arte. Observa nuestros paisajes urbanos y nuestros páramos industriales. Ninguna otra civilización ha producido tanta fealdad.

jueves, 13 de diciembre de 2007

La adicción y la búsqueda de la totalidad

Todas las adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera que sea la sustancia que origine la adicción - alcohol, comida, drogas legales o ilegales, o una persona -, estás usando algo o a alguien para encubrir tu dolor. Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones en cuanto pasa la primera euforia. Ls relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
De las relaciones adictivas a las relaciones iluminadas
¿Podemos convertir una reacción adictiva en una relación iluminada?
Si. Estando presente e intensificando progresivamente tu presencia mediante la atención al ahora. Tanto si vives solo como si vives en pareja, ésta es la clave. Si quieres que florezca el amor, la luz de tu presencia debe ser lo suficientemente intensa como para no verte arrollado por el pensador o por el cuerpo-dolor, confundiéndolos con quien eres. Conocerse como el Ser que está debajo del pensador, la quietud que está debajo del ruido mental, el amor y la alegría por debajo del dolor, eso es libertad, salvación, iluminación.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

El Poder del Ahora

El poder del Ahora - esa es la clave. La felicidad no está ni en el pasado, ni en el futuro, sino en el presente.
Cuando leí el libro El Poder del Ahora, me dí cuenta que ya sentía muchas cosas las que dice Eckhart Tolle, solo que no podía expresarlas en palabras....Voy a citar algunas parrafadas, las que más me gustan:
"La verdad que hay dentro de tí"
En el primer nivel, orienta la atención a lo que es el falso yo en nosotros. Habla de la naturaleza de la inconsciencia y de la disfunción humanas, así como de sus manifestaciones conductuales más comunes, desde los conflictos relacionales hasta las guerras entre tribus o naciones. Dicho conocimiento es vital, porque a menos que aprendas a reconocer lo falso como falso - como el no yo - no puede haber una transformación duradera, y siempre acabarás volviendo a ser atraído por la ilusión y cayendo en algún tipo de dolor. En este mismo nivel también te enseño a no convertir en un problema personal y en parte de tu identidad lo que es falso en tí, porque así es como se perpetúa la falsedad.
Cuando menciono ocasionalmente las palabras de Jesús, del Buda, de Un Curso de Milagros o de cualquier otra enseñanza, no lo hago para comparar, sino para llamar tu atención sobre el hecho de que, en esencia sólo hay y siempre ha habido una única enseñanza espiritual, aunque adopta formas muy diversas. Algunas de ellas como las de las antiguas religiones, están tan repletas de material añadido que la esencia espiritual ha quedado totalmente oscurecida.
"No eres tu mente"
El mayor obstáculo para la iluninación - la mente
Quienes no han encontrado su verdadera riqueza, que es la radiante alegría del Ser y la profunda e inconmovible paz que la acompaña, son mendigos, aunque posean grandes riquezas materiales. Están buscando fuera de sí mismos migajas de placer o satisfacción, de estima, seguridad o amor; cuando dentro tienen un tesoro que, además de incluir todas esas cosas, es mucho más grande que cualquier cosa que el mundo pueda ofrecer. La palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano y al ego le gusta que sea así, pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser.
La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa incorrectamente, se vuelve muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: generalmente no la usas en absoluto, sino que ella te usa a tí. Ésa es la enfermedad. Crees que eres tu mente. Ése es el engaño. El instrumento se ha poderado de tí.
Mi conclusión: Mi mente no me controla, sino yo controlo mi mente. (A "controlar" me refiero en este caso más bien a "gobernar" - de quedarme o acordarme siempre del "observador". Mientras que fluyen mis pensamientos, observar esa mente, observar conscientemente qué es lo que me está pasando por la cabeza y saber que sólo es la mente - que no es la realidad. Que no es el gran yo, ni mi SER.